viernes, 1 de julio de 2016

Cosas del corazón

Amar duele y mucho. Y no me refiero solo al amor romántico. Me refiero al que se da a diario. Al que le das a la familia, a los amigos, al prójimo. Ese amor duele porque se da. Y muchas veces es incomprendido, o la persona que lo recibe está tan adentrada en su mundo que, ni siquiera lo percibe.

Pero hay que amar, por eso tenemos el corazón. No para dejarlo como nuevo. Sino para gastarlo en el amor, en la caridad, en el servicio al otro. Eso es amar. Aunque duela. 

No todo es dolor claro. Si no, ¿qué caso tendría? Hay una belleza grande en dar amor. Y es que, mientras más das. Más crece tu corazón, más se expande, y tú aprendes más, eres más feliz.

Como una amiga muy querida me dijo. Cuando creces, los huesos duelen, lo mismo pasa con el amor. Y por supuesto, sepamos elegir a quién dar el corazón. Nunca a quien te maltrata, porque para darlo necesitas tenerlo en buen estado o no podrás.

Por eso amemos a quien lo necesita, siempre y cuando sepamos que nuestro corazón, seguirá latiendo al ritmo adecuado para que le sea posible continuar funcionando y amando más, siempre más.


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